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Por qué iré a la huelga general

El hambre


El hambre 

"El lado bueno de la noticia: por primera vez en quince años, baja el número de personas que pasan hambre crónica en el mundo. En 2010 serán 98 millones menos, según el informe anual de la FAO. El lado malo: que siguen siendo 925 millones, como dos veces el número de ciudadanos de la Unión Europea. El lado aún peor: que esta mejoría, según explica un informe de Intermón Oxfam, no responde a una tendencia ni es tampoco consecuencia de las pacatas políticas de los países ricos. Sólo ha sido simple suerte, la consecuencia de dos años de mejores cosechas; un repunte puntual que apenas cambia nada en este planeta idiota y cruel donde una de cada siete personas pasa hambre mientras que otra de cada cuatro padece de obesidad.
El hambre. Y la paz en el mundo, que diría una miss. Cada seis segundos, un niño muere de hambre. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… seis. En el tiempo en el que tardas en leer este artículo, serán quince muertes más. Nos hemos acostumbrado a estos datos y a las fotos de niños rodeados de moscas con enormes barrigas llenas de nada con la compasión y la pasividad con la que se aceptan los terremotos, como un drama inevitable, irresoluble y natural; como parte del paisaje. No es así, la Tierra ya no es maltusiana y produce alimentos suficientes para todos; esta estúpida tragedia es sólo un problema económico más de distribución de renta. Hay incluso cálculos serios sobre cuánto costaría reducir el hambre en el mundo a la mitad y cumplir así con los Objetivos del Milenio que se fijó la ONU para 2015: unos 150.000 millones de dólares al año durante el próximo lustro. Es mucho dinero, sí. Algo más de la mitad de lo que ha gastado EEUU en la guerra de Irak, o poco más de un tercio de lo que costó el rescate mundial de la banca." 
Por qué iré a la huelga general

"Han pasado sólo dos años, qué deprisa se olvida. Tal día como ayer, 15 de septiembre de 2008, la mayor bancarrota que vieron los tiempos dio la señal de salida a la peor recesión en décadas. Todo en esta historia es así, titánico, y aquel gigante naufragado se llamaba Lehman Brothers. Conviene recordar su nombre y la fecha que marcará pasa siempre nuestras vidas: 15-S. Aunque no lo parezca, no fue culpa ni de los liberados sindicales ni de los gitanos ni tampoco del precio del despido libre. Es la parte más obscena de la crisis: la desconexión entre sus causas y sus consecuencias. 
Yo ya me he decidido. El 29 de septiembre iré a la huelga general por el 15-S y cuatro motivos más. El primero, por la reforma laboral; porque no creo en las recetas de esos economistas pirómanos que proponen apagar incendios con gasolina o combatir el paro abaratando el despido. El segundo, porque tengo un hijo de un año y, aunque sólo sea por él, me niego a rendirme ante la mayor estafa de la historia: que el fracaso estrepitoso de la ideología neoliberal se solucione con otras dos tazas de la misma sopa. El tercero, porque yo también conozco a sindicalistas egoístas y liberados perezosos, y creo que los sindicatos tienen mucho que mejorar. Pero me preocupa aún más que su derrota deje desarbolada la principal defensa de los trabajadores ante esos empresarios sin escrúpulos, que tampoco son todos como la caricatura de su representante, Díaz Ferrán, pero que también existen. El cuarto, porque me temo que la huelga no va a funcionar, y tengo debilidad por las causas perdidas. 
Pase lo que pase, el 29 de septiembre la derecha podrá celebrar un éxito. Si la huelga triunfa, será una derrota del Gobierno. Si la huelga fracasa, será una derrota aún peor, la del sindicalismo. No será con mi ayuda."

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